martes, 3 de diciembre de 2013

Martes 03 de diciembre

Calama:

El otro día, cuando no me quedaba tinta, sé que escribí en alguna parte y con otro lápiz sobre lo que significa estar pasando mi primera noche en esta nueva casa, sin Emma. Básicamente porque no es nueva y porque hace más de un año que no estaba aquí. Y precisamente la última vez que estuve acá fue con ella. 

Creo que fue un tweet y no un escrito, si mal no recuerdo [así fue]... En fin, aún es extraño. Este lugar y esta familia -que también es mía- siempre la sentí más de ella. 

...Ayer la vi nuevamente y por última vez. Estaba temblando de nerviosismo, ya que no nos veíamos desde agosto -su cumpleaños- cuando dejé de ir. Me moría de miedo, quería llorar, abrazarla, besarla, que me dijera que todo esto era mentira... que me sacara de la pesadilla que ha sido todo este tiempo.
...Pero nada de eso pasó. Hablamos en buena, ¡estaba hermosa! me preguntó si la veía más delgada. Efectivamente lo estaba y radiante, como siempre...

Apenas si recuerdo lo que me decía, porque lo único que pensaba en ese momento era lo maravillosa que es y lo mucho que me gustaba y extrañaba verla y oírla reír. 

Lo cierto es que ya no la volveré a ver y tampoco creo que volvamos a hablar. Ya cerramos todos los temas pendientes y sólo me queda ir resignándome.  [Porque sí, no lo he hecho, aunque diga lo contrario].

Aún me queda mucho que escribir de ella, pero de a poco. Creo que es la única forma que tengo de superarla: recordarla, escribirla y sacármela del corazón a través de la tinta que derrama mi pluma.