- ... no sé si soy demasiado mentiroso o tu demasiado ingenua.
- Ninguna de las dos opciones me hace sentir mejor.
- Aps, disculpa. No se tratab-...
- ... Sí, algo tendremos que hacer...
“Tenía que ser una mujer la que va manejando” es la frase que muchos hombres y hasta algunas mujeres suelen utilizar cuando alguna fémina se encuentra tras el volante. Puesto que es popularmente entendido que la mujer es una mala conductora. ¿Pero de dónde nace este mito? Y más aún, ¿por qué sigue vigente? ¿Será que realmente son malas al volante o sólo es una idea machista que no acepta a la mujer neoliberal del siglo XXI?
En ocasiones se intenta ser liberales y modernos. Individuos en busca de igualdad social. Pero, ¿será posible evitar desigualdades cuando en “detalles” como en un trabajo, el pago para hombres y mujeres no sea el mismo. Siendo inferior para las mujeres en un 10%? Entonces ¿es posible no hacer burlas, si en todo ámbito en que la mujer quiere desarrollarse se les ve de un modo despectivo y mordaz?
Equivocarse al volante le puede pasar a cualquiera, pero cuando son mujeres las protagonistas, las burlas incrementan, y por lo general se convierte en un tema. Pero ¿será tan notoria la diferencia entre mujeres y hombres a la hora de manejar? O ¿Es acaso que exageramos, como buenos chilenos, nuestros rasgos sobresalientes? En particular los defectos y mucho más cuando nos equivocamos. Sobre todo si lo hace una mujer.
Desde que adquirieron su libertad, las damas han intentado demostrar que son capaces de realizar las mismas labores que los hombres. Pero la verdad es que esa igualdad de géneros se encuentra en aspectos como los derechos, la dignidad y las obligaciones. No obstante, las diferencias abarcan mucho más que el ámbito biológico. Son diferencias también sicológicas, y también perceptivas.
Esto claramente lo vemos cuando, ante una misma situación, hombres y mujeres interpretan y reaccionan de distinta manera. Lo que no se debe a conductas aprendidas, ni a influencias culturales sino a que la mente y el cerebro tienen una estructura diferente.
Al momento de manejar sucede lo mismo. Psicólogos de la Universidad de Londres, en Queen Mary realizaron un estudio que demuestra que, los hombres presentan mejores resultados a la hora de realizar tareas que requieran desplazamientos o atención al espacio que los rodea. Esto se explica en que las mujeres suelen depender demasiado de los puntos de referencia conocidos, y son "más lentas" a la hora de incorporar información sobre distancias.
Sin embargo, otro estudio realizado por la Asociación Luchemos por la Vida revela que son las mujeres las que manejan con más cuidado. Afirman que violan la luz roja en un 52% menos que los hombres y usan el cinturón de seguridad un 22% más. Si consideramos que manejar mejor es llegar seguros a nuestro destino, las mujeres manejan mejor, ya que causan menos accidentes que los hombres según la misma investigación.
En oposición hay que recordar que las mujeres tienen esa mala costumbre de maquillarse dentro del vehículo. Como si los retrovisores fueran un espejo de baño cualquiera. Sin embargo, muchas veces los hombres influyen en la pésima conducción de las féminas. Tal vez por esa absurda calificación de creerse superior al resto.
María Cristina Isoba psicóloga y partícipe del estudio Luchemos por una Vida, comenta que, al momento de manejar, las mujeres lo hacen con mucha más madurez, asumen la responsabilidad y son más cautas. En cambio, los hombres se califican como expertos, son mejores que los demás. Este exceso de confianza determina una forma particular de conducción, siendo más propenso a cometer infracciones que muchas veces terminan en lamentables y trágicos accidentes automovilísticos.
Del dicho al hecho, sin más trecho.
7:45 de un miércoles cualquiera, falta media hora para el ingreso a clases y Cristina está a 45 minutos de la universidad. Decide tomar un taxi. Se aproxima a la avenida y entre la ola de autos que se acercan, luego que el semáforo da luz verde, levanta su mano en señal de solicitar el vehículo que viene en frente. Rápidamente se sube, puede observar unos ojos con pestañas encrespadas y una gran cantidad de rímel. Baja su mirada al manubrio y puede apreciar las uñas pintadas con dos anillos brillantes en la mano derecha. Es una mujer manejando un taxi.
Nada raro debería parecer, sin embargo, a Cristina le llama su atención. Se acomoda en el asiento y pregunta, “¿es difícil manejar un taxi?” ella la mira por el retrovisor y sonríe.
La mujer taxista comenta que, lleva tres años manejando el taxi que recibió de herencia de su esposo y nunca ha tenido problemas. Además añade que, “algunas veces hay quienes te subestiman, pero lo percibo más de mis familiares y amigos más cercanos. Este no es trabajo para una mujer, me dicen. Y en el trabajo, una que otra vez algún chofer me ha gritado algo, pero no es de mi importancia. Tengo que ganarme la vida”.
Cristina la observa con gran admiración, mientras se prepara para bajar en la próxima parada. Le dice que la deje frente a la universidad. Cuando está a punto de bajarse, ella la mira y con una sonrisa le dice: una mujer maneja igual a un hombre.
- Creo que te sientes obligado a no equivocarte conmigo.
me dijo sin despegar la mirada de su objetivo. Sin saber qué decir, me limité a abrazarla por la espalda y besar su mejilla. No lo había pensado, pero de cierta forma tenía razón. En mi idea de "hacer las cosas bien" (ya hasta me parece absurda esa idea) olvidé que me estaba encadenando a la perfección.
- Olvida quien soy. No quiero que eso interfiera entre nosotros. No pretendo que seas perfecto porque sé que no lo eres. Nadie lo es. Simplemente quiero que seas honesto. Ya eres todo lo que quiero. No quiero que te sientas obligado a nada....
- Esta bien, no te preocupes. Sé que no estoy obligado a fallar... es sólo que no quiero equivocarme.
- Si eso debe de pasar, pasará cuando tenga que pasar. No lo arruines antes, ¿ok?.
Dijo con una voz tan dulce y compresiva que alivia hasta la peor de las penas. Permitiéndome simplemente asentir su comentario: